Trabajar con una historia muy cruda y compleja desde todos los puntos de vista posibles (en conjunto con mis compañeros) fue muy enriquecedor y me dio muchas luces frente a la dificultad y el sufrimiento.
En nuestra cotidianeidad vemos en las residencias historias muy similares, las víctimas y los victimarios viviendo en el mismo espacio. Para mí es una gran fuente de preocupación y agobio el que una parte importante de nuestros niños lleguen a esos niveles de atrocidad como el de la historia que abordamos.
Es duro aceptar que pese a todo tu trabajo y a tu cuidado constante por los niños, las semillas de odio y crueldad siguen creciendo día a día, y frente a tus narices.
Pienso que he vivido considerando la dificultad como amenaza, peligro y sufrimiento.
Es un desafío cambiar la perspectiva y mirar desde la compasión, y en vez de fijarse sólo en la carencia y en lo que daña, tomar lo que sí está disponible, lo que permita reparar y construir algo más sano.
Esta semana me ha hecho dar un salto a la semana de auto-compasión y reflexionar con un ejemplo tan típico como: "ponerse la mascarilla de oxígeno antes de ayudar al otro", y he podido ver al niño que sufre dentro de mí afrontando la vida como una lucha, tal como a todos los niños que cuido.
Me doy cuenta que cobijando con cariño mi sufrimiento y colocando atención a mis propias heridas puedo resignificar lo “difícil” y tomar la dificultad como una posibilidad para aprender y crecer. No es fácil, sin embargo, lo veo como un mejor camino.
Alguien que no recuerdo ahora siempre decía: “no hagas a los otros lo que no quieras que te hagan a ti”, pero prefiero cambiarla por: “haz a los demás todo lo que quieras que te hagan a ti”.
Extender mi compasión hacia los otros es también extenderla dentro de mi.
Gracias por este regalo de CCT, ha sido muy transformador.
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