"Como una madre amorosa
Que sostiene a su único hijo
Y custodia su vida,
Así tú, con corazón sin límites,
Sostente a ti mismo y a todos los seres"
Buda
Dentro del ámbito de la salud, pensando en la prevención del desgaste empático, se suelen recomendar dos formas de autocuidado. La primera plantea el trazar una barrera emocional entre uno y la(s) persona(s) que estamos atendiendo/cuidando. El problema es que esa medida nos hace perder la sensibilidad emocional, aspecto relevante si queremos realizar de forma efectiva y completa nuestra labor (por ejemplo, no resonar con lo que el otro esta viviendo conlleva el perdernos información que puede ser relevante para el acompañamiento y apoyo).
La segunda recomendación implica el involucrarse en actividades de autocuidado, generalmente, fuera del espacio laboral..... limitar el numero de horas dedicadas al trabajo, practicar hobbies, la higiene de sueño, deporte, actividades de esparcimiento, meditación, etc. Ejemplos de medidas beneficiosas pero que tienen una limitación: tienden a darse fuera del ámbito laboral y no influyen de forma directa en la relación entre el profesional y el paciente. Permiten llegar con una mejor disposición al trabajo pero no abordan el aspecto que plantearé en el siguiente párrafo.
Incluso medidas positivas que se ejecutan EN el trabajo no suelen eximirse de este inconveniente en lo que respecta a la relación directa con el paciente. Me refiero a medidas tales como establecer pausas entre pacientes, darse un momento para asentarse en la respiración, pausas autocompasivas, etc.
El punto que queda sin resolver es qué hago en sesión cuando, al no establecer una barrera emocional, experimento estrés empático al estar resonando con el sufrimiento ajeno. Muchas veces precisamente el hecho de que nos resulte difícil tolerar ese malestar empático es lo que nos hace volver a poner una barrera, o "subir" a la cabeza y entrar en modo solución del problema desde una receta técnica. Y es en este punto donde creo que la autocompasión tiene su mayor potencial en la prevención del desgaste profesional.... poder permitirnos resonar empáticamente y a la vez reconocer el dolor que nos genera dicha resonancia y poder ofrecernos compasión a nosotros mismos. Al poder acoger de forma compasiva el dolor que nos esta generando el empatizar con el otro, creo que genera una "invitación" experiencial desde la contra-transferencia a que el paciente pueda establecer el mismo tipo de relación con su propio dolor. Nos ofrecemos compasión y a la vez ofrecemos compasión hacia la persona que esta bajo nuestro cuidado. Una forma concreta de realizar dicho ejercicio EN sesión es la práctica de inhalar compasión hacia mí, exhalar compasión hacia el otro (como lo hicimos en la sesión de autocompasión durante el CCT). Autocuidado in situ!!!!
El asunto que planteo no quiere decir que el implicarse en actividades de autocuidado fuera del trabajo no sea útil o necesario. Por el contrario, creo que son muy importantes y parte del establecer una relación de cuidado hacia uno mismo y las propias necesidades: me cuido para poder cuidar a otro. Más bien, solo creo que agrego un punto sutil para lograr que este autocuidado sea más completo.
Por otro lado, un último punto que quisiera mencionar en esta sección es la importancia de observar desde dónde nace nuestra motivación de ayudar a aliviar el sufrimiento ajeno. Podemos ayudar porque sentimos el deber de hacerlo, porque es lo que se espera de nuestro rol profesional, por autoexigencia, por evitar sentirnos culpables si no ayudamos sabiendo que tenemos las herramientas para hacerlo, por hacernos un sueldo mejor, etc. O podemos ayudar desde una motivación compasiva que nace desde el cariño, el cuidado, el interés genuino por el otro. Cuando la acción de ayuda nace desde nuestro sistema de apego, afiliación y cuidado (con su correspondientes circuitos cerebrales), la sensación con que uno se queda tras ayudar es liviana, tranquilizante, energizante, con oxitocina de por medio. Pero cuando nace desde otro tipo de motivación y no se activan los mismos circuitos cerebrales (sino que desde los del sistema de alerta y/o de logro), la sensación será de desgaste. Puedo quedar tranquilo en cuanto a que siento que cumplí mi trabajo (y así no me siento culpable), pero probablemente desgastado.
Durante los últimos dos encuentros del CCT, tuvimos la oportunidad de incursionar en torno a estos mismos aspectos. En un contexto laboral donde suele darse una cultura de autoexigencia, de falta de autocuidado y mucho desgaste en los equipos, agradezco y valoro la valentía que cada uno(a) ha puesto en querer observarse, cuestionarse sobre ello de forma amable y a la vez con la motivación de cultivar consigo una relación de cuidado.
Andrés V.
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